lunes, 27 de julio de 2015

Mi decisión: Parte 1

Quizá lo mejor sea desistir, aceptar de un vez que todo terminó, que no hay vuelta a atrás y que lo que hubo, no va a volver. Dejar de intentarlo de mil formas distintas y de dar una y otra respuesta a preguntas que nunca se han formulado. Posiblemente, la única forma de vivir el presente es dejar lejos el pasado y puede que eso sea lo mejor para todos. Pero, ¿desde cuándo el ser humano hace lo mejor  para él? Nos gusta sufrir, o eso parece. Nos torturamos con recuerdos y no asumimos el hoy del todo.
Me gustaría que no acabase nunca, claro que sí, pero debo aceptar todas las consecuencias. Podría volver, pero no sería como antes. Puede que fuese mucho mejor, pero sería distinto y debo tenerlo claro a la hora de tomar mi decisión.
Y bien, llegados a este punto, ¿qué harás, lo mejor para ti  o lo que dicta tu corazón? Ahí ya no puedo opinar, unos somos más masoquistas que otros y nunca sabré si la razón debe primar sobre los sentimientos. Ahora es tu turno, y el mío. Mañana escribiré mi decisión, e intentaré que sea el comienzo de mi nueva vida, el principio de mi gran cambio. Continuará...

viernes, 24 de julio de 2015

Por dónde empiezo

Qué duro es sentir que no te entiendes ni tú. Una lluvia de pensamientos, sensaciones y emociones impactan en tu cabeza y, al intentar analizarlas, te encuentras con ideas tan contrapuestas que te desconciertan aún más.
Me considero una persona sencilla, no demasiado complicada porque siempre tengo un propósito claro: ser feliz. Por ello, tomo mis decisiones siempre con ese objetivo. Me encantaría que todo fuese tan fácil, y que otras dificultades no empañasen tu idea principal.
Escribir no sólo me libera si no que también me ayuda a entenderme un poco, y poder aclarar qué me dice mi cabeza y, sobre todo, mi corazón. Y ahora mismo, me dice que estoy siendo injusta. Que está muy bien  hacer las cosas sin pensar, simplemente sintiendo , pero también hay que pensar en las consecuencias futuras. Y, sobre todo,en los sentimientos de las personas a las que tus actos les influyen. Mi corazón me dice que aunque intente retrasarlo, debo pensar qué quiero, qué es lo mejor para mí y dejar de dar palos de ciego a ver si alguno me da la solución. Ahora mismo, me he tomado un tiempo de ser egoísta y de pensar sólo en mi bien, pero debe terminar porque afecta a ciertas personas aunque ellas no lo sepan y,debe acabar lo antes posible antes de que todo termine mal.Pero lo difícil no es acabar con ello, lo complicado es saber qué debo hacer.
Necesito una jornada de reflexión, que debe llegar pronto. Pero, de momento, haré lo que el cuerpo me pide porque el futuro es incierto y el presente ya está aquí.

viernes, 10 de julio de 2015

El placer de sufrir

Agobio: esa sensación a la que todos tememos en alguna situación de nuestra vida. Ansiedad o angustia que no te deja pensar o sentir con claridad. Quizás, cuando nos referimos a ella nos vienen a la cabeza situaciones de estrés en el trabajo o una persona que te acosa (no en el sentido psicópata) y que nos produce incomodidad. Además, para combatir el agobio todos pensamos que basta con unas buenas vacaciones que nos hagan desconectar y relajarnos, "olvidando" la rutina y todo aquello que nos perturba. Nada más lejos de la realidad.
El agobio es equiparable a la presión que  ejercemos sobre nosotros mismos o que otros nos inculcan. En nuestro día a día está presente una preocupación, un problema más o menos grande que obstaculiza nuestro bienestar. Por ello, el estar de vacaciones no nos libra de nuestras inquietudes, aunque nos hace creer que las minimiza. Muchas veces, nos metemos nosotros mismos en ese tipo de dificultad y pretendemos llevarla hasta el final, o el agobio será constante. Pero cuando conseguimos pasar ese obstáculo, otro aparece seguido como un círculo vicioso en el que el ser humano siempre tiene algo de qué preocuparse.
El mantenernos ocupados produce una desconexión de un problema en concreto, pero nos sumerge en otro que, quizá, es de mayor calibre.
Siempre vamos a tener que convivir con ello y, la mayoría de veces, no nos daremos cuenta, pues estamos acostumbrados a sufrir ya que es parte de nosotros. Y, aunque la presión es una característica esencial del hombre, daría lo que fuese por poder entrar en una burbuja, metafóricamente hablando, y evadirme de todo aquello que de manera más o menos potente, empuja a mi actividad cerebral. Pero como ya he dicho, esto es sumamente difícil, y es mejor lidiar con la situación que hacerle frente; si ni puedes con tu enemigo, únete a él.

martes, 16 de junio de 2015

¿Por qué no abrir tu corazón?

Los sentimientos me abruman y siento que nadie nunca podría llegar a entenderme. Solo yo sé lo que he vivido con absoluta precisión y, por lo tanto, mi manera de ver el problema se rige por ello en vez de por los verdaderos actos que los demás analizan con tan solo observar desde la distancia.
Mi mente dicta sentencia guiándose por mis experiencias, por lo que soy capaz de decidir qué ha calado hondo en mi, cambiando radicalmente algunos aspectos de mi vida.
Por ello, me cuesta abrirme a los demás. Temo un juicio erróneo, contrario al mío por una mala interpretación de los hechos. Puedo contar qué pasó, incluso con los más mínimos detalles, pero nunca podré mostrar qué me vino a la cabeza en ese momento. Este impedimento condiciona la forma de ver el problema del otro, sumado a su personal opinión y los convencionalismos que siempre están presentes. Todo hace que nadie pueda llegar a darme un juicio que me convenza y mucho menos, llegar a entenderme. Este pensamiento puede ser interpretado como egoísta, incluso ofensivo para aquellos que solo intentan animarme y reconfortarme. Pido perdón por ello, sus buenas intenciones me alivian de otra manera que no compensa mi dolor.
Con todo esto, no pido que me dejen sola porque nunca podrán entenderme. La soledad solo nos lleva a un camino peor. Pero sí pido que me entiendan si soy reacia a abrirme por completo, las circunstancias y yo misma me lo impiden.